Cómo sobrevivir con estilo a las fiestas de los pueblos
¡Cómo nos gustan las fiestas de los pueblos! Sobre todo cuando se celebran en el nuestro. Las disfrutamos tanto y estamos tan seguros de que son las mejores que no dudamos en invitar a todos para que vengan.
Y claro, cuando alguien te abre las puertas de su casa del pueblo es imposible negarse a ir, ¿verdad?
Quienes han crecido en el mundo rural seguro que me entienden. Pero si no has tenido esa suerte y te estás preguntando cómo sobrevivir a unas fiestas patronales, aquí tienes esta pequeña guía para que superes la prueba con buena nota.
Y si ya tienes experiencia, me conformo con arrancarte una sonrisa e invitarte a las fiestas de Santa Pantaria que, en mi opinión, son las mejores del mundo. 😉
UN DÍA SIN FIN
El primer mandamiento de cualquier almuniense (léase el gentilicio de cualquier pueblo de España) es celebrar las fiestas por todo lo alto.
Eso significa ir a tantos actos como puedas y darlo todo de principio a fin, porque durante las fiestas patronales el cansancio está prohibido. ¡Ya dormirás cuando vuelvas a tu casa!
¿VAS A SALIR ASÍ?
Las fiestas de los pueblos también tienen su dress code y puede resumirse en una palabra: Comodidad.
El uniforme básico consiste en un pantalón o peto y una camiseta de color chillón (cada peña tiene la suya). Si todavía no te has ganado el honor de que te presten una, intenta mimetizarte con tu grupo vistiendo del mismo tono.
El resto del outfit se completa con un calzado cómodo (evita chanclas y tacones, por favor), gafas de sol por si la noche se complica y un cachirulo (en Aragón te hará ganar muchos puntos). No te preocupes de los complementos, irán apareciendo conforme pasen las horas y vayas conociendo gente.
BAILAR EN LA CALLE
Si te gusta bailar, la charanga es sagrada, aunque el horario sea incompatible con tu digestión y sepas que corres el riesgo de que te caiga algún pozal (que es como llamamos a los cubos por aquí) de agua encima.
Cada año aparecen versiones charangueras de las canciones de moda pero las fiestas no serían lo mismo sin clásicos como Paquito el chocolatero o Apaga luz, Mariluz. Y para pasártelo en grande sólo tienes que dejarte llevar por la música.
QUE SÍ, VENGA
La hospitalidad en el mundo rural es parte de nuestra idiosincrasia. Y nos esforzamos tanto en que los forasteros se integren y disfruten de las fiestas de nuestros pueblos que no aceptamos un «no» por resupuesta.
En este sentido te pasarán cosas muy curiosas y divertidas, ya verás.
Pero especial cuidadito con las abuelas. Porque si una abuela te ofrece más comida no la puedes rechazar bajo ningún concepto. Nunca. Aunque hayas almorzado bien, acabes de comer o tengas el estómago hecho polvo por los excesos.
FESTEJOS TAURINOS
Otro de los eventos más populares son las vacas.
Da igual si estás a favor o en contra, pero hay que reconocer que la plaza de los pueblos tiene un ambientillo único. Por lo menos en el mío, que se convierte en el punto de encuentro para las cuadrillas de amigos de cualquier edad.
AVISO: Si la presión popular te lleva a plantearte saltar al ruedo, recuerda que la vaca corre más que tú. Y lo más importante: Si bebes, no torees (y tampoco cojas el coche, eh).
EL DÍA GRANDE
El día de la patrona o del patrón el pueblo se divide en tres grupos: la gente que va a la procesión (con o sin traje regional), la gente que sale directamente al vermú y l@s que se levantan de la cama a media tarde.
Aquí las reglas cambian y hay que salir de casa hecho un pincel. Pero cuando llegue la noche te aconsejo volver al look fiestero habitual.
VERBENAS
Te guste más o menos el repertorio, en las verbenas se baila todo. TO-DO.
Eso sí, las primeras dos horas la pista es de los bailarines más veteranos, que corean los grandes éxitos de Manolo Escobar y bailan pasodobles como si no les doliera nada. Así que mucho ojo, porque si te pesca alguna madre o abuela de confianza por allí no te dejará escapar sin bailar.
¡PERO SI HACE CALOR!
Aviso: En los pueblos refresca y puedes pasar del calor al frío en cuestión de segundos.
No te dejes engañar por la temperatura diurna y ten a mano una chaquetita cuando caiga la tarde. Esto es optativo para menores de veinticinco años, pero a partir de esta edad hay que tenerlo muy en cuenta.
Verás que, conforme avance la noche, te resultará casi imposible volver a casa a por ropa y te arriesgas a sufrir el típico «catarro de fiestas».
COMIDAS POPULARES
En este tema las opiniones están muy polarizadas: Hay quien nunca se pierde una comida popular y hay quien no iría ni muerto. Aunque puedes pasar de un bando a otro el año que te interese.
Si tu anfitrión está a favor, es posible que ese día acabes comiendo en un portal, porque los jubilados son más rápidos y siempre cogen los mejores sitios. 😉
FIESTAS CON PEQUES
Los primeros años de fiestas como madre/padre se pasan en la calle (o en la puerta de los bares) viendo a los gigantes, saludando a los cabezudos y bailando al son de los dulzaineros. Y tampoco puede faltar el paseo por las ferias para que tus peques suban a los caballitos.
Si no has renunciado a salir de farra por las noches, recuerda que el día comenzará en cuanto se despierten y no van a tener piedad contigo. En este caso hay que echar mano del refranero popular y recordar que «quien vale para trasnochar, vale para madrugar».
GANAS DE MÁS
Ahora que sabes lo que te espera, empieza a cuadrar tu calendario laboral y reserva unos días de vacaciones para las fiestas de los pueblos a los que te han invitado.
Y aunque es inevitable que tus actos favoritos vayan cambiando conforme cumples años, lo mejor siempre serán los reencuentros. Al menos para mí.
¡¡Felices fiestas!!