Al comienzo de la visita, antes de pasar al foso con los ciervos, se proyecta un audiovisual que recuerda cómo influyen las acciones de los seres humanos en el entorno. También narra la historia de Manolo, que fue el macho alfa de la manada durante años y murió en 2015. Su muerte se debió a una ingesta continuada de plásticos, pues llegaban al foso a causa del viento o por la falta de higiene de las personas y se los comía porque sabían a sal.
A raíz de este triste descubrimiento se puso especial énfasis en mantener limpio el entorno de la Ciudadela y en concienciar a los visitantes sobre la importancia de cuidar la naturaleza. Y parece que ha funcionado, porque en los últimos años han nacido varios cervatillos y no se han producido más muertes a causa de la basura.
Después de ver a la manada, y en una zona diferente de la Ciudadela, visitamos a varios ciervos jóvenes que fueron rescatados y están acostumbrados a los humanos. Aquí la peque alucinó porque pudo acariciarlos e incluso comieron pienso de su mano, así que fue toda una experiencia.
Y aunque lo que más impresiona es interactuar con estos bonitos animales, hay que recordar que la Ecociudadela es un proyecto medioambiental. Su objetivo es claro: despertar la conciencia ecológica en los visitantes, especialmente en los más pequeños de la casa. Y todo esto en el incomparable marco del Castillo de San Pedro, donde los ciervos de la Ciudadela de Jaca viven bien cuidados en un estado de semilibertad.
En resumen, es una visita muy recomendable y respetuosa con los animales que incluso recibió en 2022 el primer premio Edelweiss de Turismo Sostenible.