Originalmente conocida como Laguna o Balsa de Sabasán, es un humedal endorreico, es decir, que no tiene salida fluvial, y ocupa más de 200 has. Es el más extenso de Navarra y uno de los más importantes del Valle del Ebro, y sus aguas provienen de la cercana sierra de Ujué.
La Laguna de Pitillas es de origen natural, aunque ha sido modificada por la acción humana a lo largo de los siglos. Por ejemplo, en los años sesenta fue desecada para poder cultivar esa tierra. Por suerte, el plan no prosperó debido a la salinidad del terreno y la laguna siguió su evolución natural hasta convertirse en un humedal de gran valor ecológico.
La Laguna de Pitillas es un lugar perfecto para las aves migratorias que acuden desde el Norte de Europa y otras que viven aquí todo el año. En función de cuándo vayas podrás ver garzas, ánsares, cercetas, avetoros… E incluso algún cisne.
También es el hogar de numerosos insectos, reptiles y mamíferos, como musarañas, tejones, comadrejas o jabalíes, aunque son más difíciles de ver que sus vecinos invertebrados.
Respecto a la vegetación, alrededor de la laguna predomina el carrizal y hay campos de cereal muy cerca, por lo que el colorido del paisaje cambia con cada estación.
La verdad es que es una parada obligada si te gusta disfrutar tranquilamente de la naturaleza y/o la ornitología. Existen varios senderos para descubrir el entorno y en el cerro que se alza junto al humedal hay un observatorio que está abierto los fines de semana.
Junto al edificio podrás asomarte a un balcón desde donde contemplar toda la estepa y sacar unas bonitas fotografías.