Muy cerca del pueblo de Bonansa (Huesca) encontramos este sendero adaptado que discurre por el Bosque de Pegá. Estamos en el Alto de Bonansa, a 1350 metros de altitud, y este sencillo recorrido nos adentra en un paraje de gran belleza natural.
Es una ruta que invita a disfrutar de la naturaleza con los cinco sentidos y está perfectamente adaptada para todo tipo de personas. Además, al final del camino te espera un mirador volado con unas vistas impresionantes del valle del Isábena.
Bonansa está en el noreste de la provincia de Huesca, a 47km de Benasque y a 50km de Graus. Estamos en La Franja, tierra fronteriza entre Aragón y Cataluña, y en este punto en concreto confluyen las cuencas de tres ríos: Baliera, Isábena y Noguera Ribagorzana.
El municipio de Bonansa engloba las localidades de Bibiles, Buira, Cirés, Torre de Buira Gabarret y Espolla (estas dos últimas deshabitadas) y pertenece a la comarca de la Ribagorza.
El recorrido no arranca en Bonansa, sino en el kilómetro 48,6 de la carretera autonómica A-1605, que une Graus con la N-260 en Montanuy. Está bien señalizado y la zona de parking se ve sin problemas desde la carretera.
Si te gustan los pájaros te interesará saber que este sendero sensorial se cruza con la ruta ornitológica OR-7, aunque en este caso no se trata de un recorrido accesible.
El camino comienza en el parking, que está situado entre un prado y un bosque mixto. Toda la ruta cuenta con elementos que facilitan el tránsito, como zócalos, indicaciones con escritura braille, zonas de descanso y hasta un paso de peatones adaptado.
Casi desde el inicio, los paneles interpretativos invitan a interactuar con el medio ambiente, pasando de ser un simple observador de la naturaleza a sentirla de una forma más consciente. Esto, unido a la accesibilidad del recorrido y a la tranquilidad del lugar, enriquecen todavía más la experiencia.
La primera parte del paseo atraviesa un bonito pinar, por lo que está más sombreada. A pesar de tener la carretera cerca, el canto de los pájaros pronto eclipsa cualquier otro sonido y tienes la sensación de estar en el corazón de un frondoso bosque.
Un poco más adelante, llegando al paso de peatones, el paisaje cambia y predomina el matorral. En verano, el boj comparte protagonismo con numerosas plantas con flores multicolores, y es inevitable sentirse como una mariposa y detenerse a admirarlas.
El sendero adaptado de Bonansa termina en el Mirador del Isábena, también conocido como Mirador de la Borda de Ansuilo. Aquí se ensancha el camino para conventirse en un auténtico balcón sobre el valle del río Isábena.
Y aquí te quedarías un buen rato respirando, escuchando… sintiendo el latir de la naturaleza.
No puedes marcharte de la zona sin acercarte a Bonansa. Estamos entre los valles de Benasque, Isábena, Arán y Boí, una situación geográfica privilegiada con preciosos paisajes naturales y arraigadas tradiciones.
Un buen ejemplo son las Fallas de Bonansa, declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO. Esta fiesta sirve para celebrar el solsticio de verano y tiene lugar cada 23 de junio por la noche, cuando las gentes del lugar bajan de la montaña con sus antorchas y encienden una hoguera en la plaza Mayor.
Entre el patrimonio de Bonansa destaca la iglesia de Santa Coloma (s.XVIII) y las ermitas románicas de San Aventín, San Roque y San Salvador, que están unidas por una ruta senderista. También hay varias casonas señoriales, cuyas fachadas se llenan de flores en verano, como la Casa Navarri, que ahora es una vivienda de turismo rural. En ella nació Joaquín Maurín Juliá (1896-1973), político y escritor que se exilió a Nueva York, donde fundó una agencia de prensa.
Si vas con peques encontrarás un parque infantil al lado de la iglesia aunque, en un entorno natural tan bonito, la mejor zona de juegos es la naturaleza.
14 julio 2022
