Olite (Erriberri en euskera) vivió su etapa de mayor esplendor durante la Edad Media. Las rúas más céntricas con sus casonas de piedra tienen todo el encanto de esa época. Además, conserva tramos de la antigua muralla, varios portales e incluso unas galerías subterráneas.
Pero nada puede hacer sombra a su Palacio Real, un castillo único que ya sorprendía a los viajeros del siglo XV. Desde sus torres se ve toda la ciudad y también el curioso nevero con forma de huevo de la Ronda del Castillo.
Además de la Plaza de Carlos III el Noble, donde está el ayuntamiento, la Plaza de los Teobaldos es otro lugar destacado. En ella encontramos el Palacio Viejo (ahora Parador), la iglesia de Santa María la Real, con su arcada gótica, y un museo del vino.