¿Habías escuchado esta frase alguna vez? Pues para entenderla hay que remontarse al verano del año 1002. Según se cuenta, tropas cristianas y musulmanas se enfrentaron en una cruenta batalla en la llanura que se extiende a los pies del castillo, ahora conocida como el Valle de la Sangre.
Muy a su pesar, el poderoso general Almanzor tuvo que huir con su ejército, y ese revés militar hizo que perdiera su alegría, muriendo poco después en Medinaceli.
Sucediera realmente o no, en Calatañazor hay un busto de Almanzor que conmemora la batalla, y además es una historia perfecta para contar en el mirador del castillo, sobre todo si viajas con peques.
Porque lo más probable es que olviden las calles empedradas y sus pintorescas casas, pero siempre recordarán una buena leyenda. Y si añades una bandada de buitres volando sorprendentemente cerca de sus cabezas, el éxito está asegurado.