Lanzarote, tierra de fuego y agua
Lanzarote es la más septentrional de las Islas Canarias y la tercera más poblada, aunque no lo parece cuando la recorres.
Sus habitantes han sabido adaptarse a las duras condiciones de una tierra esculpida por la furia de sus volcanes, y lo han hecho de una manera tan sostenible y respetuosa con la naturaleza, que toda la isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.
Porque Lanzarote es un paraíso de piedra y agua cuyo corazón de fuego sigue latiendo bajo tus pies.
Parque Nacional de Timanfaya
Visitar el Parque Nacional de Timanfaya, entre los municipios de Tinajo y Yaiza, te hace sentir como si estuvieras en otro planeta.
Aquí, la dureza del paisaje contrasta con el azul del cielo, y sólo el viento se atreve a rompe el silencio.
Además de acercarte a Las Montañas de Fuego o montar en dromedario, te recomiendo que contactes con el Centro de Visitantes de Mancha Blanca para reservar una de las rutas guiadas que ofrecen por el interior del parque. Sin duda, una experiencia inolvidable.
Jardín de Cactus
Totalmente integrado en el paisaje y rodeado de tuneras dedicadas al cultivo de cochinilla, esta antigua cantera con forma de cráter alberga cientos de especies de cactus de todo el mundo de diferentes colores, formas y tamaños.
En la parte más alta hay un molino que todavía produce gofio (una harina de cereal tostado), y desde allí tendrás una bonita panorámica de este espacio, que fue la última obra de César Manrique.
Los Hervideros
Un sendero entre rocas volcánicas recorre este acantilado lleno de cuevas marinas y bufaderos con balcones desde donde asomarte sobre el agua.
Una vez que hayas disfrutado del paisaje, cierra los ojos y escucha el bramido de las olas contra las rocas.
Simplemente impresionante.
Jameos del Agua
Tal como ocurrió con la Cueva de los Verdes (que guarda un secreto para sus visitantes) fueron las erupciones del Volcán de la Corona las que originaron este túnel por el que fluía un río lava. Esta zona del tubo volcánico es la más cercana al mar y el agua formó lagos naturales en su interior. En el más oscuro de ellos viven unos pequeños cangrejos albinos endémicos de estos jameos.
Gracias al genial César Manrique, que supo ver todo el potencial de esta singular formación geológica y convertirla en un espacio sorprendente, los Jameos del Agua son uno de los principales atractivos de Lanzarote.
Viñas entre cenizas
Parece imposible, pero en el suroeste de la isla hay una zona donde el verde de los viñedos predomina sobre el negro de la ceniza volcánica. Sin embargo, son los pequeños fragmentos piroclásticos llamados lapilli (o rofe en Lanzarote) los que ayudan a mantener la humedad necesaria para el crecimiento del cultivo, que tradicionalmente se ha protegido con muretes de piedra semicirculares.
La producción es pequeña y casi toda se queda en las Canarias, así que aprovecha la oportunidad de probar alguno de sus vinos.
Blanco sobre Negro
Aquí la arquitectura se ha adaptado al clima: Casas blancas que reflejan los rayos del sol, tejados planos y aljibes para recoger el agua de la lluvia, y algún toque de verde en puertas, ventanas o chimeneas que recuerdan el origen marinero de sus habitantes.
Pero es inevitable hablar de Lanzarote sin mencionar a Jesús Soto (1928-2003) y a César Manrique (1919-1992), dos mentes creativas con un respeto absoluto por su insólita naturaleza que marcaron un antes y un después en la isla al convertirla en protagonista absoluta de sus obras.
Playas para todos los gustos
Arena negra y rocas volcánicas, piscinas naturales, dorados arenales de aguas color turquesa, pequeñas calas a las que apenas llegan turistas…
Las playas de Lanzarote invitan al relax y a olvidarte del mundo.
Por suerte, una hora basta para ir de Playa Blanca, en el sur de la isla, hasta Órzola en el norte, así que en un mismo día puedes ir a las de Papagayo, tomar el sol en Las Malvas, bañarte en Punta Mujeres y hacer surf en Famara, por nombrar algunos ejemplos.
¿Se puede pedir más?
Las Salinas de Janubio
A pocos minutos de Los Hervideros y del Charco de los Clicos (una laguna verde situada en el parque natural de Los Volcanes), encontramos esta impresionante salina creada a finales del siglo XIX.
Los colores de sus eras de evaporación te sorprenderán, especialmente al atardecer, y además es posible hacer una visita guiada para recorrerlas y conocer su funcionamiento.
Molinas y Molinos de viento
Es un hecho: En Lanzarote hace viento.
La falta de barreras geográficas, como montañas o bosques, hace que las brisas marinas y los vientos alisios hagan de las suyas todo el año, lo que supone un plus para los amantes de los deportes acuáticos de viento y para las cometas.
Tradicionalmente, este recurso se ha sabido aprovechar con molinas y molinos, algunos de los cuales todavía funcionan, y además, Manrique llenó la isla de esculturas para que el viento jugara con ellas.
Cruzar en Ferry a La Graciosa
En algo menos de media hora puedes estar paseando por las calles arenosas de Caleta de Sebo que, junto con Pedro Barba, es el únicos pueblo de La Graciosa.
Una vez allí, anímate a alquilar unas bicicletas y recorre este parque natural del Archipiélago Chinijo a tu aire… Porque ser la primera persona del día en pasear por alguna de sus paradisíacas playas vírgenes y bañarte en sus aguas transparentes no tiene precio.