Colores con historia: El azul pastel
Hay colores que quedan íntimamente ligados a un lugar en nuestros recuerdos.
Para mí, el amarillo es la Toscana, con el sol brillando sobre los campos de cereal; el blanco me transporta a la isla griega de Santorini; el rosa me hace pensar en los cerezos en flor de mi pueblo…
Y el azul pastel es un tranquilo rincón del sur de Francia llamado Tarn al que merece la pena escaparse.
El oro azul
La producción del color azul pastel comienza con una planta de flores amarillas de la familia de las crucíferas (como el brócoli o la col), cuyo nombre científico es Isatis tinctoria, más conocida como hierba pastel o glasto.
Has leído bien; Un tinte azul que se obtiene de una planta que tiene flores de color amarillo. Curioso, ¿verdad?
Este pigmento, conocido desde la antigüedad, alcanzaba un alto precio debido a que el proceso para su obtención era bastante laborioso y hacía mucha materia vegetal para producir un kilo de pigmento.
El proceso
El cultivo de la planta pastel y la producción de este tinte durante la Edad Media fue crucial para el desarrollo económico del triángulo comprendido entre Albi, Toulouse y Carcassone. Tanto fue así, que esta zona se ganó el sobrenombre de «Pays de la Cocagne», denominación que deriva de la palabra “cocagne” o “coque”.
Los pasos a seguir para conseguir el carísimo azul pastel eran los siguientes:
-Primero había que cosechar las hojas verdes de la planta, triturarlas y formar unas bolas llamadas «coques».
-Después se dejaban fermentar con agua (nada de orines, como se creía) hasta que se convertían en una pasta granulosa y negruzca llamada «agranat» que se ponía a secar.
-Por último se molía para extraer el pigmento en polvo.
Además, cuanto más oscuro se volvía el tinte, mayor precio alcanzaba en el mercado, así que sólo había que dejarlo macerar más tiempo para sacar más beneficio.
Auge y caída del Pastel
El mar es azul, el cielo es azul… Estamos acostumbrados a vivir rodeados de este color y sin embargo el azul es el pigmento más difícil de encontrar en la naturaleza, razón por la que el tinte de la Isatis tinctoria era tan apreciado por la industria textil y los artistas de la antigüedad.
Entre los siglos XV y XVI, las ciudades del Pays de la Cocagne exportaban pastel a toda Europa y la actividad comercial en torno a este colorante (que también se producía en Alemania, Italia y España) trajo consigo una riqueza y prosperidad sin precedentes en esta zona del sur de Francia.
Gracias al pastel proliferaron los puertos fluviales a lo largo del Tarn, las ciudades crecieron y se construyeron elegantes palacetes que hoy en día nos recuerdan el espléndido pasado de un «País de la Cucaña» cuyas ventanas siguen siendo de color azul pastel.
El colorante producido a partir de la Isatis tinctoria fue la única fuente de azul hasta el año 1560, cuando su comercio empezó a decaer. ¿El motivo?
La gran competencia de un nuevo tinte natural de un azul más intenso y barato y el abandono de las políticas proteccionistas del gobierno hacia el pigmento del Tarn.
Ese nuevo pigmento llamado azul índigo se obtenía de la planta Indigofera tinctoria que, a diferencia de la planta paste, es una leguminosa (como los guisantes y las lentejas). Pero su momento de gloria también pasó y, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, quedó en desuso debido a la invención de los tintes sintéticos.
El Pastel hoy en día
Durante más de cien años, el cultivo de pastel en el Tarn cayó en el olvido y el oficio de pastelero prácticamente desapareció, hasta que un renovado interés por lo natural y lo tradicional ha hecho que resurja.
Campos de flores amarillas vuelven a alegrar la vista los meses de mayo y junio, y desde finales del siglo XX, han ido proliferando pequeños talleres y comercios en los que puedes encontrar artesanía, productos textiles, jabones e incluso cosméticos elaborados a partir del pigmento de la Isatis tinctoria.