Castro Urdiales

Castro Urdiales está situada en el extremo oriental de Cantabria, casi en el límite con el País Vasco, y es una de las localidades costeras más pobladas de la cornisa cantábrica.

Su milenaria historia está ligada al mar, principalmente a la pesca y al comercio marítimo, y el turismo también gira en torno a la zona del puerto, que congrega buena parte de su patrimonio cultural.

Mucho antes de que llegaran los romanos y le dieran el nombre de Flavióbriga, ya había tribus viviendo en castros (poblados fortificados) por los alrededores y se han encontrado pinturas rupestres que demuestran la existencia de asentamientos humanos desde la prehistoria.

El puerto de Castro Urdiales refleja su pasado medieval y fue declarado Conjunto Histórico en 1978, ya que congrega cuatro importantes monumentos: La iglesia gótica de Santa María de la Asunción, que ya fue declarada Monumento Nacional en 1931, el castillo con su faro (encendido por primera vez a finales de 1853), la ermita de Santa Ana y, para completar la estampa, un puente medieval que comunica todo.

Puedes adentrarte en el mar recorriendo el espigón o detenerte a escuchar su rítmico ir y venir junto al puente, donde se forma una especie de piscina natural y las olas chocan contra las rocas. Tal y como suena con poco oleaje, imagino que en días de tormenta tiene que ser todo un espectáculo.

A pocos metros, la rampa de San Guillén en verano se llena de toallas, como si aquel trozo de cemento fuera una pequeña playa, y más allá, hacia el paseo marítimo, los chavales saltan al agua haciendo toda clase de piruetas.

Tras pasar junto al monumento a las mujeres del mar y por la estatua dedicada a los pescadores, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento. Aunque el edificio original fue construido en el siglo XVI, el actual data del XVIII y ha sido modificado varias veces, una de ellas para añadir la torre almenada con el reloj.

Esta plaza es uno de los rincones con más encanto del casco antiguo o Puebla Vieja, y sus soportales albergan pequeñas tiendas y negocios hosteleros, como el restaurante situado bajo la Casa de Los Chelines, que es Bien de Interés Cultural.

Castro Urdiales mira al Cantábrico desde su amplio paseo marítimo, donde unas letras en blanco y verde con el nombre de la ciudad enmarcan el bonito conjunto arquitectónico del puerto.

Ocupando el centro del paseo, el parque Amestoy con su zona de juegos será una parada inevitable si vas con niñ@s.

En la orilla opuesta, frente a las barcazas de colores, una hilera casi interminable de bares y restaurantes ocupan edificios de aspecto señorial construidos en el siglo XIX y principios del XX, y caminando hasta el muelle de Don Luis se llega a la popular playa de Brazomar.

Por detrás del ayuntamiento y del paseo marítimo, discurren varias calles que siguen conservando su espíritu marinero y sus casas estrechas, como La Mar, Escorza, Santander, La Rúa o Ardigales, donde sobran las opciones para tomar buenos pinchos y raciones.

Llaman la atención la cantidad de barriles de madera que hay pero, más allá de su función como mesas, su presencia tiene otra explicación: Resulta que un tramo de La Rúa se llamó calle del Horno desde principios del siglo XIX hasta finales del XX, ya que en ella había varios hornos y también talleres donde se fabricaban barriles.

Además, en una de las perpendiculares pudimos ver unos grafitis muy chulos.

En la calle Ardigales nº7, entre tascas y restaurantes, puedes visitar el yacimiento arqueológico de Flavióbriga, una colonia romana que fue fundada en el año 74 d.C. sobre un asentamiento local llamado Portus Amanum.

Flavióbriga fue uno de los principales puertos comerciales marítimos entre el norte de Hispania y la Galia y sus restos están enterrados un par de metros por debajo del Castro Urdiales actual. En este pequeño yacimiento podrás ver un tramo de calzada romana y restos de estructuras que datan de los siglos I y II d.C.

A finales del siglo XIX y principios del XX, Castro Urdiales se puso de moda entre la burguesía vasca y madrileña, lo que favoreció su desarrollo económico, cultural y urbanístico.

Fue en esta época cuando se realizó el ensanche de la ciudad, contando con importantes arquitectos como Eladio Laredo, Leonardo Rucabado y Severino Achúcarro, que dejaron su huella en forma de amplias avenidas y edificios modernistas. Un ejemplo de ello son el Parque de la Música, donde verás una escultura del músico castreño Ataúlfo Argenta, y la Plaza de la Barrera, donde hay un parque infantil.