Recorriendo los Valles Pasiegos
Los Valles Pasiegos comprenden las cuencas de los ríos Pas, Miera y Pisueña, tres valles que hasta hace poco estaban incomunicados por carretera y cuyos paisajes agrícolas han sido modelados durante siglos por sus habitantes.
Las verdes colinas surcadas por muretes de piedra y salpicadas de cabañas son una de las imágenes más cautivadoras de Cantabria y el reflejo de un modo de vida ligado a la ganadería y a las tradiciones.
No te sorprendas si te detienes a ver pastar las vacas y el tiempo se para contigo, porque esa tranquilidad es parte de la magia de estos valles y de sus pueblos.
Vega de Pas
Vega de Pas está situada en la cabecera del río Pas y, junto con San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera, es una de las llamadas «Tres Villas Pasiegas» fundadas en la Edad Media.
En la plaza donde está la iglesia, se pueden ver varias casonas montañesas tradicionales, y siguiendo la carretera hacia el puente que cruza el río Pas te encontrarás con un monumento dedicado al doctor Madrazo (Vega de Pas, 1850 – Santander, 1942).
Este hombre fue un adelantado a su época. Viajó por Europa para empaparse de los últimos avances médicos y a su vuelta intentó modernizar la cirugía nacional, aunque no se lo pusieron nada fácil. En 1894 regresó a su pueblo y fundó uno de los mejores sanatorios de la época donde aplicó sus innovadoras ideas.
Por cierto, aquí también nacieron los sobaos, uno de los postres más típicos de Cantabria, así que no te vayas de Vega de Pas sin probar su sabor más auténtico.
Tres Ríos, Tres Valles
El Valle del Pas, del Pisueña y del río Miera, sin duda el más angosto de los tres, son tierras de ganadería trashumante, una actividad que los ha mantenido históricamente unidos y ha forjado su carácter como territorio.
La palabra «pasiego» hace referencia a estos ríos que servían de paso, a los pastos siempre verdes que conviven con frondosos bosques allá donde no se podía cultivar nada y también a un singular patrimonio etnográfico y cultural que hay que conocer.
Ganado Pasiego
Si hay una vaca totalmente adaptada a las condiciones climáticas y geográficas de estos valles es la Roja Pasiega, llamada así por el color de su pelo.
Durante siglos fue el principal animal lechero en Cantabria, pero tras la introducción de razas más productivas como la frisona holandesa (es la típica vaca blanca con manchas negras) estuvo a punto de desaparecer.
Por suerte, hubo gente que conservó sus «rojinas», y aunque esté en peligro de extinción, todavía es posible ver ejemplares de esta raza autóctona en los prados que rodean el río Pas.
Casas Montañesas
Además de las humildes cabañas, en los pueblos de los Valles Pasiegos también se construyeron casas y casonas montañesas similares a las que podemos ver en otras zonas de Cantabria.
Sus características comunes son los sólidos muros de piedra, que aislaban del frío y del viento, y los balcones corridos con barandillas de madera en la fachada. Además, algunas podían tener patines, una estructura que permitía el acceso a la planta superior desde la calle.
Hoy en día son un atractivo turístico más, sobre todo cuando están tan bien cuidadas y floridas como éstas de Villacarriedo (en la postal).
Pueblos con Carácter
Cada pueblo tiene un encanto especial, pero no dejes de pasar por alguna de las Tres Villas Pasiegas, prueba los dulces de Selaya o visita las pinturas rupestres de Puente Viesgo.
En el Valle del Pisueña, descubre la arquitectura de Villacarriedo o la Colegiata de Castañeda en Socobio. Y siguiendo el cauce del río Miera llegarás a Liérganes, uno de Los Pueblos más Bonitos de España donde podrás conocer la curiosa leyenda del Hombre-Pez.
Cabañas de piedra
Las cabañas de piedra en estos valles eran construcciones sencillas y muy funcionales. El piso inferior hacía las veces de establo, y el superior, al que se accedía por una escalera exterior, era pajar y vivienda.
Algunas tenían un pequeño portal adosado a la fachada que servía para resguardar la leña de la lluvia y todas estaban rodeadas por una zona de prado delimitada por muretes de piedra donde pastaban los animales.
Las había temporeras o vividoras, que eran algo más cómodas, y en general se usaban de manera estacional. Esto es porque los pasiegos trashumantes y sus familias cambiaban de cabaña en función de la «muda», una práctica que consistía en trasladar o mudar el ganado de unos pastos a otros.
Su origen se remonta al siglo XVI y actualmente hay unas diez mil cabañas en los Valles Pasiegos destacando sobre el eterno verde de las praderas, aunque las más antiguas que se conservan datan del XVIII.
Historia de los Sobaos
La leche era uno de los productos básicos en los Valles Pasiegos y la elaboración de mantequilla y quesos fue una importante actividad económica de la zona. Pero si hay postre que sepa a Cantabria es el sobao pasiego.
Parece que este dulce tiene su origen en el siglo XVI, cuando el azúcar comenzó a comercializarse en el norte de España, pero fue una mujer llamada Eusebia Hernández Martín, quien reinventó la receta allá por 1896.
Eusebia era cocinera en el sanatorio del doctor Madrazo y un buen día se le ocurrió cambiar la masa de pan por harina respetando el resto de ingredientes. Así creó el sobao moderno, cuya industria revolucionó la economía del valle en el siglo XX.
Este famoso bizcocho tiene Indicación Geográfica Protegida desde 2004 y en Vega de Pas los siguen haciendo artesanalmente en el horno de Etelvina Sañudo, una empresa con tradición familiar. ¡Y además están riquísimos!
Inés García
Preciosos los valles pasiegos y sus pueblos, desde luego una excursión imprescindible en Cantabria en la que no puede faltar la visita a una fábrica de sobaos, para conocer de primera mano la historia de este producto, y de paso, degústalo.
Mª.Victoria B.L.
Muchas gracias por tu comentario.