Buendía es una localidad de la comarca de La Alcarria, casi en el límite entre Cuenca y Guadalajara. Está justo al lado del embalse del mismo nombre y a unos diez minutos de la Ruta de las Caras, un paseo muy original.
El pueblo es pequeñito, con cierto aire medieval gracias al trazado concéntrico de sus calles y a ciertos detalles arquitectónicos. Es uno de los Pueblos Mágicos de España y esto es lo que no te puedes perder:
El corazón de Buendía es su plaza porticada, donde encontramos el ayuntamiento y la iglesia (siglo XV-XVI), que sorprende por su tamaño.
En el momento de nuestra visita se estaba celebrando un concurso de pintura rápida y la plaza era como una sala de exposiciones al aire libre donde había muy buen ambiente.
Conforme los artistas iban llegando, abrían los caballetes, colocaban sus obras y algunos incluso daban los últimos retoques bajo la atenta mirada del público.
La verdad es que fue una suerte ver otros paisajes de Buendía a través de las pinturas, porque no tuvimos tiempo de explorar los alrededores.
En la Plaza Mayor descubrimos una colonia de golondrinas que habían elegido las vigas de los soportales para hacer sus nidos. Los pájaros iban y venían sobrevolando nuestras cabezas, así que aprovechamos para contarle algunas curiosidades a la peque.
Le sorprendió saber que estas aves insectívoras están protegidas por ley y que sus nidos no se pueden destruir estén o no ocupados. De hecho, las multas por hacerlo son muy elevadas.
En la antigüedad, Buendía estuvo rodeada por una muralla de piedra que tenía cinco puertas de acceso: Puerta Calzada, el Camino del Convento, la Botica, el Castillo y la Isabela.
Hoy en día todavía quedan restos de aquella muralla en varios puntos del pueblo, aunque ya no es necesario que los extranjeros esperemos a que nos den permiso para traspasar sus puertas.
El Museo del Carro está ubicado en la planta baja del antiguo Pósito Pío. Como se puede deducir por su nombre, está dedicado a los medios de transporte que se usaban hasta hace no mucho.
Hay diferentes tipos de carros, calesas y carruajes que servían para trasladar personas y mercancías. Salvando las distancias, nos recordó a la colección de vehículos del Monasterio de Piedra.
Las anécdotas y explicaciones de nuestro guía fueron muy curiosas. Además, nos contó que algunos de los carros que componen esta exposición fueron donados por particulares y otros comprados por el Ayuntamiento.
Actualmente el museo cuenta con una docena de carros y todos han sido restaurados por personas del pueblo, en su mayoría mujeres que habían hecho un curso de restauración.
Callejeando por Buendía llegamos hasta la antigua botica, que ha sido reconvertida en un museo donde se conservan utensilios, botellas, registros de recetas, etc.
No pudimos entrar porque había que reservar con antelación y además se nos había echado encima la hora de comer, pero seguro que es una visita muy, muy interesante.
Lo último que vimos antes de marcharnos de Buendía fueron unas cuevas excavadas en piedra arenisca.
En el pasado se utilizaban como bodegas, una tradición que se ha mantenido generación tras generación, y ahora se produce vino casero en ellas.
Buendía y su entorno nos pareció un buen destino para desconectar de la vida en la capital, pues está a menos de dos horas de Madrid.
Nosotros aprovechamos que estábamos en Cuenca (próximamente en el blog 😉) para escaparnos hasta aquí, hacer la Ruta de las Caras y acabar la tarde en Huete. Por cierto, en esta localidad, que está a unos cuarenta minutos de Cuenca, hay un museo etnográfico muy recomendable.
28 febrero 2025
