El castillo de Peracense es uno de los monumentos más importantes de la provincia de Teruel y una de las fortalezas más espectaculares de nuestro país.
Como verás, la topografía natural del lugar se aprovechó de una manera muy inteligente y está totalmente integrado en el entorno gracias al uso de la piedra rodeno.
El castillo está situado a 2,4 kilómetros del pueblo y junto a la carretera hay una zona de parking. Desde el aparcamiento se puede subir caminando hasta un mirador siguiendo un sendero adaptado.
Es un paseo sencillo que ofrece muy buenas vistas y tiene una longitud de 90 metros. El recorrido es apto para carritos, personas en silla de ruedas e invidentes, ya que los paneles informativos también están escritos en Braille.
Desde el castillo de Peracense se domina todo el valle del Jiloca. Quizás por eso el lugar ha estado habitado desde la Edad de Bronce (hace unos 3300 años), aunque su época de mayor esplendor fue en el siglo XIV, cuando tuvo lugar la llamada Guerra de los Dos Pedros.
Por aquel entonces, el cercano cerro de San Ginés era el límite entre los reinos de Aragón y Castilla, los señoríos de Albarracín y Molina de Aragón y las comunidades de aldeas de Teruel y Daroca. Y esta fortaleza rojiza mimetizada con la roca era la mejor atalaya para vigilar la frontera.
Tras la unión de las coronas de Aragón y Castilla, la tensión política en la zona se rebajó notablemente. Como consecuencia, la función defensiva del castillo pasó a un segundo plano y con el devenir de los tiempos tuvo otras utilidades, como la de prisión o cuartel militar.
A finales de los años ochenta del pasado siglo, el Gobierno de Aragón comenzó su restauración. También se realizaron excavaciones arqueológicas que sacaron a la luz objetos pertenecientes a diversas épocas de su vasta historia.
Nada más cruzar la primera muralla exterior te darás cuenta de que el castillo de Peracense es mucho, pero mucho más grande de lo que parece a primera vista.
En la explanada que antaño se utilizaba para albergar el ganado y las caballerías en caso de peligro, ahora hay una exposición de máquinas de guerra medievales a tamaño real. Al verlas y leer la información que las acompaña es inevitable pensar en la complejidad logística de organizar un asedio en la Edad Media.
Ya en el corazón de la fortaleza, que está situado en lo alto de un saliente de rodeno, podemos recorrer la cocina y otras habitaciones principales que están unidas por escaleras talladas en la roca.
Una de las cosas que más sorprende en esta zona es la existencia de aljibes de varios tamaños. Su función era almanecer agua de lluvia, y a día de hoy la siguen cumpliendo perfectamente.
Durante la visita podrás subir hasta el recinto fortificado, caminar hasta el pequeño cementerio, asomarte al aljibe principal, pasar por las antiguas caballerizas (que ahora tienen un uso muy diferente), entrar al museo…
Además no te puedes marchar sin recorrer el camino de ronda de las murallas y asomarte a disfrutar del paisaje y de la singular belleza del rodeno.
7 febrero 2025
