La presa romana de Almonacid de la Cuba

Almonacid de la Cuba (Zaragoza) cuenta con un tesoro arquitectónico único: Una presa romana construida en el siglo I que durante 1.500 años fue la más alta del mundo.

La presa se puede ver desde varios miradores, uno de ellos en el mismo Bar La Cuba, junto a la Oficina de Turismo. Pero la mejor manera de descubrir su importancia en la historia y sorprenderte con el entorno es hacer la visita guiada.

Así que no lo dudes y prepárate para la aventura, porque tendrás que cruzar un puente colgante, seguir un circuito de pasarelas ancladas en la roca y, con un poco de suerte, compartirás el sendero con alguna cabra.

El recorrido comienza en el molino harinero del pueblo, que está al lado de la presa. Data del siglo XV y estuvo en uso hace hace unas décadas, así que su maquinaria está muy bien conservada.

Después nos dirigimos al puente colgante y contemplamos la presa mientras escuchamos las explicaciones del guía. Estamos ante una construcción de la época del emperador Augusto que fue concebida para uso exclusivamente agrícola.

El objetivo era llevar agua de riego a los campos de cereal que abastecían la cercana ciudad de Caesaraugusta, la Zaragoza romana. Como puede verse, lo hicieron tan bien que todo el sistema de canalizaciones sigue operativo actualmente.

A lo largo de la historia la presa ha sido reparada y modificada en varias ocasiones. Por ejemplo, se reforzó el muro de contención dándole más anchura y se construyó un aliviadero en el siglo XIII. Pero estas historias y otras curiosidades os las contará el guía de una forma muy divertida, así que no me voy a enrollar.

Cruzar el puente colgante es muy emocionante, sobre todo para los últimos que pasan, porque se nota más el movimiento. A partir de ahí seguimos un sendero que recorre la ladera rocosa dejando el río Aguasvivas a la izquierda.

Tras varias paradas para admirar el paisaje, llegamos a las pasarelas del Focino, un estrecho desfiladero que nos recuerda el tramo final de la Ruta del Parrizal, en el Matarraña.

El último tramo del paseo atraviesa el bosque de ribera y las vistas cambian completamente. El camino conduce directamente al pueblo pasando junto al lavadero, que todavía es utilizado por algunas vecinas.

Como despedida, el guía nos cuenta la importancia que tuvo la producción de horcas en Almonacid de la Cuba, algo que desconocíamos. Y ya por libre damos un paseo por el pueblo para ver sus placitas, las iglesias y los murales que adornan algunas de sus fachadas.

En resumen, nos pareció una visita muy recomendable y una buena excusa para conocer la cercana comarca Campo de Belchite.