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Poblado ibero de San Pedro (Oliete)

Durante nuestra visita a Oliete (Teruel) descubrimos que muy cerquita del municipio hay importantes yacimientos iberos. Uno de ellos, situado a un kilómetro al oeste de la localidad, se conoce como El Palomar y estuvo ocupado desde el siglo III a.C. hasta que fue abandonado en el siglo I a.C. como consecuencia de la guerra sertoriana*.

Para saber más sobre El Palomar y la vida de sus habitantes, lo mejor es pasar por el Centro de Interpretación de Cultura Ibérica de Oliete.

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Además de El Palomar, dentro del Parque Cultural del Río Martín y sin alejarnos de Oliete, destacan otros poblados como el del Cabezo de San Pedro, el Sabinal y el cerrico de los Moros. Como no nos quedaba tiempo para recorrer todos y también queríamos ver la gigantesca sima de San Pedro, tuvimos que elegir.

Por este motivo nos decidimos por ir al Cabezo de San Pedro, situado en la margen izquierda del río. El lugar está señalizado y cuando sales de la carretera hay que recorrer una pista de tierra que conduce hasta las ruinas, situadas en lo alto de un cerro rocoso.

Cabezo de San Pedro

UN POCO DE HISTORIA

También conocido como «Torrejón de los Moros», el poblado ibero de San Pedro fue habitado desde el siglo III a.C. hasta el año 50 a.C.

Lo primero que llama la atención es su emplazamiento, que es claramente estratégico. Eso, junto con las estructuras defensivas que se conservan, hacen pensar que su principal función fue controlar el territorio y proteger las vías de comunicación.

En el yacimiento se distinguen dos partes. En lo alto del cabezo hay un recinto muy fortificado que cuenta con dos líneas de muralla y además hay otra zona extramuros mucho más extensa.

Poblado ibero de San Pedro (Oliete)

La muralla exterior tenía 129 metros de recorrido, estaba formada por grandes bloques de piedra y su grosor medio era de 4 metros, lo que permitía tener un buen camino de ronda.

No hay duda de que el sistema defensivo, que también incluía varias torres, tendría un efecto disuasorio para los potenciales enemigos, y además estaba adaptado para resistir ataques con maquinarias de asalto «modernas».

EL POBLADO HOY

Al contrario de lo que ocurre al visitar otros asentamientos iberos, en el de San Pedro resulta bastante fácil imaginar cómo era hace dos mil años. Eso es gracias a la buena conservación de las estructuras defensivas y al trabajo de consolidación del torreón principal que se realizó en el año 2000.

Hay que destacar que estamos en uno de los compejos defensivos iberos más importantes de España y que, en cuanto a altura conservada se refiere, su torre es la más antigua del país. Y la tenemos aquí mismo, al ladito de Oliete.

No hay duda de que lo que más llama la atención son las torres. Una de ellas tiene una base circular de casi 11 metros de diámetro y la otra conserva una altura de 13 metros, siendo ambas macizas en la parte inferior para dificultar su destrucción.

Cuando atraviesas el anillo exterior de la muralla se puede ver un pequeño acceso o poterna que era muy útil para realizar contragolpes en caso de sufrir un ataque y que también se utilizaba como entrada secundaria.

Torre ibera en el Cabezo de San Pedro

No lo he dicho antes, pero este yacimiento está catalogado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto de Interés Cultural, zona arqueológica. Además, es uno de los puntos clave de la ruta de los iberos del Bajo Aragón.

Alrededor del recinto amurallado encontrarás varios paneles informativos con datos muy interesantes sobre las características arquitectónicas de la fortaleza y sus distintos elementos.

Por cierto, si eres un poco observador, podrás viajar muuuuuucho más atrás en el tiempo.

Fósiles en el Cabezo de San Pedro

* La guerra de Sertorio tuvo lugar entre los años 82 a. C. y 72 a. C. Simplificando mucho, se podría decir que en el siglo I a.C. Roma estaba dividida en dos bandos enfrentados que intentaban controlar la república. Esa guerra civil se trasladó a Hispania en un intento de buscar apoyos y alianzas entre la población local, lo que tuvo como consecuencia la destrucción de numerosos asentamientos iberos.

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