El camino comienza en el parking, que está situado entre un prado y un bosque mixto. Toda la ruta cuenta con elementos que facilitan el tránsito, como zócalos, indicaciones con escritura braille, zonas de descanso y hasta un paso de peatones adaptado.
Casi desde el inicio, los paneles interpretativos invitan a interactuar con el medio ambiente, pasando de ser un simple observador de la naturaleza a sentirla de una forma más consciente. Esto, unido a la accesibilidad del recorrido y a la tranquilidad del lugar, enriquecen todavía más la experiencia.
La primera parte del paseo atraviesa un bonito pinar, por lo que está más sombreada. A pesar de tener la carretera cerca, el canto de los pájaros pronto eclipsa cualquier otro sonido y tienes la sensación de estar en el corazón de un frondoso bosque.
Un poco más adelante, llegando al paso de peatones, el paisaje cambia y predomina el matorral. En verano, el boj comparte protagonismo con numerosas plantas con flores multicolores, y es inevitable sentirse como una mariposa y detenerse a admirarlas.
El sendero adaptado de Bonansa termina en el Mirador del Isábena, también conocido como Mirador de la Borda de Ansuilo. Aquí se ensancha el camino para conventirse en un auténtico balcón sobre el valle del río Isábena.
Y aquí te quedarías un buen rato respirando, escuchando… sintiendo el latir de la naturaleza.
El sendero está completamente adaptado y es accesible para sillas de ruedas y carritos de bebé. Es un paseo corto, sin ninguna dificultad y por sus características técnicas es perfecto para personas de cualquier edad sin importar su condición física.