Luarca. Un cementerio de premio Nobel
Hay cementerios que al atravesar sus puertas casi te hacen olvidar dónde estás, aunque sea inevitable sentir cierta nostalgia cuando paseas entre sus tumbas.
El de Luarca, en la costa asturiana, es uno de ellos.
Su situación y sus vistas privilegiadas hacen que sea uno de los más bonitos de España. Además, allí está enterrado Severo Ochoa, uno de los pocos españoles galardonados con el Premio Nobel.
Pero no esperes pasar miedo en el cementerio de Luarca, porque la sensación de tranquilidad que trasmite y la belleza del entorno superan el temor por la muerte.
UN RINCÓN SINGULAR
El cementerio de Luarca está en el saliente de la Atalaya, muy cerca del faro y de la ermita de La Blanca.
Tiene dos niveles unidos por una escalinata de piedra y las vistas desde allí, con el azul del cielo confundiéndose en la distancia con el del mar, son una maravilla.
Quizás por eso se ha convertido en uno de los rincones más fotografiados de Luarca.
TUMBAS CON VISTAS
Severo Ochoa (1905-1993) nació y creció en Luarca, donde comenzó a desarrollar su interés por la biología. Siempre sintió un gran amor por su tierra y por su mujer, Carmen García Cobián (1931–1986), que también era asturiana.
Severo se convirtió en un afamado científico y siempre reconoció el apoyo incondicional de Carmen, que no dudó en recorrer medio mundo a su lado. Tras ejercer como profesor en universidades de Madrid, Heidelberg y Oxford, la pareja se trasladó a Nueva York huyendo de la Segunda Guerra Mundial.
Allí pasaron buena parte de su vida y Severo hizo importantes descubrimientos en bioquímica y biología molecular que le valieron el Premio Nobel de Medicina en 1959.
Para Severo, el amor era física y química, y cuando Carmen murió, se sumió en tal depresión que no volvió a publicar ningún estudio más.
Por eso no es de extrañar que los dos compartan esta tumba con vistas al mar en Luarca, el pueblo donde pasaron tantos momentos felices y que sigue recordándoles.
BLANCO Y VERDE
Dicen que Luarca es la villa blanca de la costa verde de Asturias. Y esos mismos colores predominan también en las lápidas más sencillas y en los panteones de los indianos.
Además del Premio Nobel y su mujer, en el cementerio están enterradas otras personalidades luarquesas. Por ejemplo, Vicente Trelles, que fue cofundador de la empresa de autobuses ALSA (Automóviles Luarca S.A.) y la poetisa Nené Losada.
Aquí también se guardan las cenizas de Gil Parrondo, que al principio de su carrera como director artístico trabajó con el almuniense Florián Rey.