El otoño es sinónimo de cambio y la caída de la hoja es un momento especial en los bosques de Aragón.
El Valle de Tena, el entorno de la estación de Canfranc o del Monasterio de San Juan de La Peña, los Pinares de Rodeno en Albarracín… La lista podría ser casi interminable porque el comienzo de esta estación se convierte en todo un espectáculo de la naturaleza.
Ha sido muy difícil elegir, pero aquí tienes cinco opciones para sentir toda la magia del otoño sin necesidad de hacer largas caminatas.
1) EL HAYEDO DE PEÑA ROYA
Dónde: Sierra del Moncayo (Zaragoza)
El haya común (Fagus sylvatica) es un árbol fácil de reconocer por su corteza lisa y la forma de sus ramas. Éstas se extienden casi paralelas al suelo para captar más luz, siendo una especie muy competitiva que apenas deja crecer nada bajo su sombra.
Aunque son una rareza al sur de los Pirineos y de la Cordillera Cantábrica, todavía es posible verlas en lugares como el Parque Natural del Moncayo (2.314m). Allí encontramos el hayedo de Peña Roya, que tiñe de rojos, naranjas y ocres su cara norte en una estampa otoñal idílica.
Lo más cómodo es llegar con el coche hasta el parking de la Fuente del Sacristán. Una vez allí, puedes pasear tranquilamente por el bosque o completar la ruta circular S-1 (está señalizada).
2) La Pradera de Ordesa
Dónde: Valle de Ordesa (Huesca)
El Valle de Ordesa fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y tienes que visitarlo en otoño sí o sí.
Tras la temporada estival está permitido llegar a la Pradera de Ordesa con tu propio vehículo, lo que resulta muy cómodo si vas con peques. Y mientras decides qué ruta vas a seguir, solo tienes que mirar a tu alrededor para empezar a disfrutar del otoño.
Y después de verlo, escúchalo.
3) LOS CHOPOS CABECEROS
Dónde: Valle del río Pancrudo (Teruel) y Alto Alfambra (Teruel)
Un chopo cabecero es un chopo negro (Populus nigra) que ha sido sometido a una poda (escamonda) cada 12-15 años con el fin de aprovechar su madera como recurso. De esta forma se provoca el llamativo engrosamiento de la parte superior del tronco que les da su nombre.
En la provincia de Teruel hay dos buenas opciones para ver el resultado de esta práctica cultural que fue declarada Bien de Interés Cultural Inmaterial.: El curso alto del Alfambra y el río Pancrudo, cerca de Calamocha.
Además, muy cerca de la desembocadura del Pancrudo en el río Jiloca, puedes ver el puente romano de Luco de Jiloca, que está declarado Bien de Interés Cultural.
4) El Acebal de Inogés
Dónde: Inogés (Zaragoza)
El acebo (Ilex aquifolium) es un pequeño árbol que crece en ambientes húmedos y sombríos, generalmente formando parte de robledales y hayedos. Sin embargo, la acebeda de Inogés está en un bosque de pino silvestre o albar en el Pico del Rayo (1.427m).
Esta especie es dioica, es decir, hay ejemplares machos y hembras, pero solo las plantas femeninas dan frutos, que son esas bolitas rojas tan características de la Navidad (pueden verse a partir de octubre).
Recuerda que el acebo es una especie protegida, así que no debes arrancarlos ni cortar ramas, y ojo con los frutos, porque son tóxicos y muy venenosos.
5) BOSQUES DE PINETA
Dónde: Valle de Pineta (Huesca)
El valle de Pineta tiene su cabecera en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y discurre en dirección sureste hacia la localidad de Bielsa.
Es muy accesible siguiendo la carretera que discurre paralela al río Cinca, que nace en el glaciar de Marboré y el colorido de sus bosques en otoño es impresionante.
Una buena opción para hacer senderismo en familia es llegar hasta Los Llanos de La Larri, desde donde tendrás unas vistas espectaculares.