Zaragoza, qué saber antes de ir
Cada ciudad tiene algo que la hace única. Puede ser un monumento, una tradición, un paisaje o simplemente el carácter de las gentes que viven en ella.
Sin embargo, parece más fácil dejarse maravillar por destinos lejanos que ver nuestra propia ciudad con mirada de viajero. Pero no te preocupes, porque siempre es buen momento para redescubrirla.
Así que, tanto si es tu primera vez en Zaragoza como si quieres conocerla mejor, puedes empezar por aquí.
Un poco de historia:
Zaragoza tiene más de 2000 años de historia, que se dice pronto. Los restos más antiguos encontrados pertenecieron a un poblado de la Edad de Bronce que evolucionó en la ciudad ibera de Salduie, posteriormente llamada Cesaraugusta por los romanos.
Tras la caída del Imperio y el fin del dominio visigodo, llegó el tiempo del islam. La Taifa de Saraqusta fue reino independiente hasta que Alfonso I el Batallador la conquistó en el año 1118, cuando se convirtió en la capital del reino de Aragón.
Todas estas civilizaciones dejaron su impronta en una ciudad que fue creciendo a la orilla de tres ríos (Ebro, Huerva y Gállego), y hoy en día, seguir sus huellas es una de las muchas razones para visitar Zaragoza.
- TIENE DOS CATEDRALES EN UNA MISMA PLAZA
- LOS ADOQUINES SE COMEN
- TIENE EL ACUARIO FLUVIAL MÁS GRANDE DE EUROPA
- EN ZARAGOZA NO HACE VIENTO, SOPLA EL CIERZO
- HAY UN MUSEO DEL FUEGO
- AQUÍ SE RODÓ LA PRIMERA PELÍCULA ESPAÑOLA
- LA ALJAFERÍA, EL PALACIO ÁRABE MÁS AL NORTE
- LA MEDIDA DE LA VIRGEN SE REGALA
- EL TUBO ES SU ZONA DE TAPEO
- PUEDES VISITAR UN MUSEO DE ORIGAMI
Zaragoza es una de las seis ciudades españolas que puede presumir de tener dos catedrales: La Basílica de Nuestra Señora del Pilar (El Pilar) y la catedral del Salvador (La Seo), ambas situadas en la Plaza del Pilar, que es uno de los espacios más emblemáticos de la capital aragonesa.
El Pilar hay que visitarlo por fuera y por dentro, porque es una de las catedrales más impresionantes del mundo. Pasa a ver a la Virgen sobre su pilar, que casi siempre está cubierto por alguno de sus bonitos mantos, y levanta la vista hacia las cúpulas. Una vez fuera, sube a la torre de San Francisco de Borja (hay un ascensor al que se accede desde el Paseo Echegaray y Caballero) y contempla el Ebro y sus puentes desde otra perspectiva.
A pocos metros del Pilar está La Seo, palabra que en aragonés significa catedral. Construida sobre una antigua mezquita, su fachada neoclásica es sólo un ejemplo de los distintos estilos arquitectónicos de esta joya zaragozana que fue incluida por la UNESCO en la declaración de Patrimonio Mundial concedida al Mudéjar de Aragón.
Para la mayoría de la gente, un adoquín es una piedra que se usa para pavimentar calles, pero también es un dulce típico de la ciudad de Zaragoza.
Este caramelo fue inventado en 1928 por un bilbilitano llamado Manuel Caro. Originalmente eran enormes (hasta 500 gramos) aunque hoy en día los puedes encontrar de muchos tamaños, y en su característico envoltorio aparece la Virgen del Pilar sobre fondo blanco. Por cierto, mira bien el papel antes de tirarlo, porque llevan letra de jotas aragonesas.
Los sabores más tradicionales son fresa, limón, naranja y anís, y además de ser un dulce recuerdo de tu paso por Zaragoza, están riquísimos (y no tienen gluten).
La Exposición Internacional de Zaragoza celebrada en 2008 estuvo dedicada al agua y el desarrollo sostenible. Este dato es importante porque el edificio del acuario fue uno de los tres pabellones temáticos que había en el recinto.
Una visita a los tanques y peceras del Acuario de Zaragoza, donde viven más de 350 especies de animales de agua dulce, es hacer un recorrido por cinco grandes ríos del mundo: Nilo, Mekong, Amazonas, Murray-Darling y Ebro.
Aunque esté algo alejado del centro, la comunicación con transporte público es muy buena, ya que puedes llegar en menos de diez minutos cogiendo el autobús Ci1 desde la Estación Delicias donde llega el AVE.
Además, muy cerca del acuario está el Parque del Agua Luis Buñuel, una gran zona verde perfecta para acabar el día en la ciudad.
Seguro que te sorprende esta zona de Zaragoza donde el recuerdo de la Expo sigue muy presente.
El cierzo es un viento frío y seco típico del Valle del Ebro que viene del noroeste. Sopla con intensidad en Zaragoza, sobre todo en invierno y primavera, y puede superar los 100 km/h.
En ocasiones, el cierzo mueve contenedores, tumba árboles y puede llegar a ser muy molesto, sobre todo si acabas de salir de la peluquería o llevas carrito de bebé. Pero también tiene sus ventajas, ya que limpia la contaminación atmosférica.
Como dice Leo Harlem en este genial monólogo sobre las ciudades españolas (habla de Zaragoza a partir del minuto 2.33) ojo con el frío y el cierzo, sobre todo si llegas en tren. 😉
Si hay algo que fascina a niñ@s de todas las edades (y también a muchos adultos) es el cuerpo de bomberos, y en Zaragoza puedes visitar el Museo del Fuego y de los Bomberos.
Está situado en el Convento de la Victoria, un bonito edificio del siglo XVII que actualmente también es un parque de bomberos, y su céntrica situación hace que sea muy fácil incluirlo en cualquier ruta turística.
En el museo, que consta de varias salas, se exponen de forma permanente trajes, extintores y todo tipo de utensilios utilizados por los bomberos en diferentes momentos de su historia. Aunque lo que más suele gustar al público infantil son los camiones que hay en el patio.
El Covid-19 ha cambiado un poquito la manera de visitarlo, pero seguro que a tus hij@s les encanta la experiencia.
Puedes consultar los horarios y toda la información sobre el museo aquí.
Allá por 1899, el zaragozano Eduardo Jimeno Correas (1870-1947) filmaba «La salida de la misa de doce de la iglesia del Pilar de Zaragoza«, considerada la primera película de la historia del cine español.
A partir de ahí, la relación de la ciudad con el cine continuó gracias al rodaje de películas como «Agustina de Aragón» (1928), del almuniense Florián Rey, «Carreteras secundarias» (1997), de Emilio Martínez-Lázaro y, más recientemente, «De tu ventana a la mía» (2012), de la directora Paula Ortiz o «Nuestros amantes» (2016), de Miguel Ángel Lamata, por poner algunos ejemplos.
La siempre concurrida calle Alfonso y su pasaje del Ciclón, el Parque Grande José Antonio Labordeta (ideal para ir con niñ@s, por cierto), el Paseo de la Independencia, el Museo Pablo Serrano…
Zaragoza tiene rincones de lo más cinematográficos, así que anímate a descubrirlos.
El Palacio de la Aljafería es uno de los monumentos más importantes de Aragón a nivel histórico y político.
Construido en el siglo XI por la dinastía de los Banu Hud, fue conocido como “Qasr al-Surur” o “Palacio de la Alegría” y era la residencia de recreo de los reyes de Taifas en la Zaragoza árabe.
Sin embargo, la parte más antigua es la Torre del Trovador, una torre vigía levantada a finales del siglo IX.
Esto es así porque, con el paso de los siglos, la Aljafería ha sido ampliada y adaptada a diferentes usos, siendo actualmente la sede de las Cortes de Aragón.
A pesar de la robustez de sus muros exteriores, la delicada belleza de sus salas y techumbres sigue deslumbrando a todo aquel que la visita.
Según la web del ayuntamiento de Zaragoza, actualmente las visitas son gratuitas para todos los visitantes, pero es necesario reservar anticipadamente por teléfono.
El tamaño de la Virgen del Pilar es inversamente proporcional al cariño y la devoción que se le tiene en todo Aragón. De hecho, la «Pilarica» solo mide 36’5 cm, igual que la zona impresa de sus cintas o «medidas».
Su origen se remonta al siglo XVII, cuando los mantos que adornan el Pilar se prestaban a los enfermos que lo solicitaban. Ante la dificultad de enviarlos fuera de Zaragoza, a alguien se le ocurrió que podrían ser sustituidos por estas cintas.
La idea caló tanto que, además de mantener su propósito inicial, las vemos atadas en maletas, retrovisores de coche y hasta las llevan los estudiantes en época de exámenes.
Puedes comprarlas en la tiendecita que hay junto a la entrada principal o en una máquina expendedora que instalaron en la Sacristía de la Virgen. Verás que hay muchos colores para elegir, aunque no tienen ningún significado especial.
Eso sí, según la tradición, la medida del Pilar tiene que ser un regalo para que funcione.
Es un hecho: Aquí se come mucho y bien, y El Tubo es la zona de tapeo por excelencia de la capital aragonesa.
Es fácil de encontrar porque está en pleno casco antiguo y a un paso del Pilar e incluye las calles Mártires, Cuatro de agosto, Pino, Cinegio, Libertad, Blasón Aragonés, Estébanes y el Coso a la altura de Plaza de España.
Su céntrica situación y la popularidad de la que habían gozado sus locales comerciales, bares y restaurantes, no impidió que El Tubo se convirtiera en un lugar casi marginal a finales del siglo XX, pero hoy en día se ha convertido en un atractivo turístico más.
Hay locales que tienen sus propias especialidades, otros pueden presumir de haber cumplido un siglo de vida o de albergar restos de la antigua Zaragoza en su interior.
Además, en El Tubo podrás tomarte una copa en el cabaret en activo más antiguo de Europa.
Si quieres ir abriendo boca antes de llegar, puedes empezar por aquí.
Zaragoza puede presumir de tener el primer museo de origami de Europa: La Escuela-Museo de Origami de Zaragoza (EMOZ) de la que te hablo con detalle en este post.
El origami es el arte japonés de plegar papel para formar figuras y llegó a la península gracias a los árabes, aunque fue el escritor Miguel de Unamuno quien lo popularizó siglos más tarde aquí y en hispanoamérica.
Gracias al esfuerzo del Grupo Zaragozano de Papiroflexia, que tiene una larga tradición en la ciudad, las salas de la EMOZ albergan exposiciones permanentes y temporales con obras de importantes plegadores.
La entrada es gratuita para menores de 5 años y cada primer martes del mes. Puedes consultar los horarios y tarifas en la web del museo.
Si lo máximo que sabes hacer con un trozo de papel son barcos y pajaritas, seguro que sales con ganas de aprender más.