AUTOR:
Eloy Moreno Olaria
GÉNERO:
Novela
EDITORIAL:
Espasa
(Año 2013)
LA NOVELA:
Toledo es una protagonista más de «Lo que encontré bajo el sofá», la segunda novela de Eloy Moreno (Castellón de la Plana, 1976). Aquí empieza y termina una historia en la que sus calles se entrelazan con las vidas de Alicia y Marcos, o quizás sea el revés y sean ellos los que se aferran a la ciudad.
Poco importa cuando se abre una brecha en lo cotidiano y nos damos cuenta de que cualquiera puede estar al otro lado de esa línea que prometió no cruzar. Porque hasta las leyendas toledanas están hechas de secretos inconfesables y verdades a medias.
«Esta noche van a conocer el verdadero Toledo, no el que aparece en las guías turísticas, sino el real. Ese Toledo en muchas ocasiones mágicos. Esta noche vamos a recorrer los secretos que esconde la ciudad».
Una visita guiada que comienza en la plaza Zocodover -que no Zocodóver, como nos recuerda el autor-, es el punto de partida para que Alicia descubra Toledo.
Esa noche conoce a Marcos, un policía que la lleva a una realidad donde las estatuas de piedra pueden cobrar vida y los callejones oscuros no dan tanto miedo como perderse a una misma.
«Estamos en la Plaza de Santo Domingo El Real. Por si a alguno de ustedes les suena, aquí es donde sucede (al menos hasta ahora se piensa que es así) parte de la leyenda de «Las Tres Flechas» de Bécquer. Miren a su alrededor e imagínense en un día cualquiera de hace unos ciento cincuenta años».
«Ésta es la calle Ancha o del Comercio, pero supongo que ya la conocerás, pues muchas rutas turísticas suelen empezar por aquí. Aún así, unos metros más adelante sucedió una pequeña historia que casi nunca cuentan».
Mientras tanto, la vida late tras cada puerta. A menudo, cada día es igual que el anterior, pero a veces, un pequeño cambio hace que todo se agite amenazando con derrumbar la rutina.
Porque hay gente que no se resigna a que algunas cosas perduren. Sobre todo cuando ven que la corrupción es un cáncer que, en mayor o menor medida, afecta a todos los niveles de la sociedad.
«Me fijé en que aquella calle tenía dos carteles: uno con el nombre «Callejón de Nuncio Viejo» y otro al lado en el que ponía «Esta calle es de Toledo».
-Extraño, ¿verdad? -me dijo.
-Pues sí, se supone que si la calle está en la ciudad es de la ciudad, ¿no?
-Bueno, no siempre. Resulta que en Toledo, con el paso del tiempo, han ido desapareciendo calles».