Cuando era pequeña tenía un puñado de botones de colores con los que jugaba a formar familias. La mayoría salían del costurero de mi madre y alguno de Casa Giral, la mercería-ferretería de mi pueblo donde había de todo.

Me encantaba ir porque, de vez en cuando, algún botón aventurero caía del mostrador para esconderse entre las grietas de la madera del suelo. Y allí seguía, perdido y olvidado, hasta que alguien se fijaba en él.

No siempre tenía la suerte de rescatar uno, pero cuando sucedía me sentía como si hubiera encontrado un tesoro. Y esa misma sensación tuve cuando descubrimos «Un puñado de botones«.

Carmen Parets aborda el tema de la diversidad familiar de forma sencilla y sin sin prejuicios de ningún tipo. Por eso este cuento cortito y fácil de leer es muy recomendable para el Día Internacional de las Familias, que se celebra cada 15 de mayo.

Las ilustraciones son simpáticas y coloridas, y al estar protagonizado por botones, cada lectura puede convertirse en un juego. Así que no te sorprendas si antes de llegar al final estáis haciendo arcoíris de botones, contando en inglés o, simplemente, poniendo nombres a cada familia.

Gracias a «Un puñado de botones» los peques comprenden que su familia es tan única y especial como las demás, porque todas tienen lo mismo en común.

Aunque, según mi hija, al cuento le falta una muy importante: dos personas que se quieren y no tienen hijos.

Yo no puedo estar más de acuerdo, ¿y tú?