Viajar con un bebé que odia el coche
¿Recuerdas esos primeros viajes en coche con tu bebé?
Metías el carrito en el maletero, repasabas mentalmente si llevabas todo (y unas cuantas cosas más, por si acaso) y salías a la carretera sabiendo que aquella adorable criatura se quedaría dormida en breve gracias al runrún del motor o simplemente porque sí.
Y eso era exactamente lo que pasaba: Tú al volante o disfrutando cómodamente del paisaje con un bebé relajado y tranquilo en el asiento de atrás.
Qué bien suena, ¿verdad?
Casi parece el tráiler de una película americana… Aunque en nuestro caso habría sido una de ciencia ficción, porque mi hija odiaba viajar en coche.
El principio era prometedor y todo indicaba que el viaje iba a transcurrir sin incidencias, pero conforme pasaban los minutos, su incomodidad iba in crescendo y las protestas en forma de llanto y gritos se alternaban con enérgicos intentos de escapismo.
Sabíamos que no tenía hambre ni sueño, que el pañal estaba limpio y que todas sus necesidades básicas estaban cubiertas, pero entonces ¿qué le pasaba?
Sinceramente: Ni idea.
PROBANDO
Concentrarte en la carretera es bastante difícil cuando compartes vehículo con un bebé que llora, así que intentar que se calme se convierte en una prioridad para el copiloto de turno.
En mi caso, la primera opción era cogerla de la mano y hablarle con voz suave.
La segunda, mirar en el bolso y empezar a sacar cosas en plan Mary Poppins: juguetes, agua, galletitas, cualquier cosa que hiciera ruido…
Y la tercera, entonar sus canciones favoritas y algunos éxitos del pop-rock en español. Cantar solía tranquilizarla e incluso había veces (muy, muy, pocas) que a base de repetir el mismo tema hasta se quedaba dormida.
Por lo general, todo esto funcionaba unos minutos, pero el llanto no tardaba en volver y transformarse en un berrinche incontrolable que superaba con creces los decibelios permitidos en muchas comunidades de vecinos.
Hay personas que llegados a ese punto habrían sacado el móvil o la tablet y problema resuelto. No lo critico, y quizás a nosotros también nos habría funcionado. Sin embargo, intentamos hacer un uso razonable de este tipo de dispositivos y optamos por recursos más clásicos para entretener a nuestra pequeña viajera.
LA ECUACIÓN PERFECTA
A base de kilómetros, llegué a la conclusión de que hay unas cuantas variables que debes tener en cuenta para conseguir el máximo bienestar del bebé dentro del vehículo familiar.
Espero que vuestras salidas a la carretera sean maravillosas y nunca hayas vivido este tipo de situaciones, pero si no es así, toma nota y no desesperes, porque ésta es una de las cosas que mejoran con la edad.
Intenta descubrir el mejor momento para viajar en coche con tu hij@. Puede ser de madrugada, coincidiendo con la hora de la siesta, al final del día… Todo es cuestión de ir probando.
Los bebés suelen ser muy sensibles a los cambios de temperatura. Para evitar que suden en exceso durante el verano sin abusar del aire acondicionado, puedes colocar una sábana finita entre su cuerpo y el asiento del grupo cero o de su silla.
Lleva siempre algún juguetes, aunque hay veces que las cosas más sencillas pueden servir de distracción durante un buen rato.
Si tu bebé viaja despierto y no se marea, puedes darle algo de comer durante el trayecto. Elige cosas que le gusten, que sean lo más saludables posible y no supongan riesgo de atragantamiento.
Hablar con un tono de voz tranquilo, escuchar una melodía relajante, enseñarle nuevos ruiditos o el tintineo de un llavero puede hacer que vuelva a la calma como por arte de magia.
Tanto la calefacción como el aire acondicionado del coche pueden resecar mucho el ambiente, así que asegúrate de que el bebé está bien hidratado.
En mi caso, cuando las cosas se ponían feas de verdad, darle el pecho era lo único que funcionaba. Pero si el tuyo no lo toma, prueba a darle un biberón o un poquito de agua si es tiene los meses suficientes.
Incluso a los adultos nos puede resultar pesado un viaje largo en coche. Así que, si tu bebé no se duerme, haz paradas frecuentes para que pueda moverse con libertad y cambiar de posición un ratito.
BEBÉ FELIZ, FAMILIA FELIZ
Todas estas medidas mejoraron bastante nuestros viajes en coche y evitaron que el conductor sufriera una crisis nerviosa en más de una ocasión (aunque muchas veces tuvimos que parar y esperar que se calmara).
La clave está en descubrir qué causa el rechazo y el malestar de tu peque e intentar ponerle solución. A veces acertarás, otras puede que no. Pero si te sirve de consuelo, nuestras salidas en coche mejoraron un montón cuando la peque creció lo suficiente para ver el paisaje por la ventanilla.
Así que ármate de paciencia y no te rindas, porque llegar al destino con un bebé feliz es posible.